A inicios de julio, el Gobierno venezolano inició operaciones en una nueva planta de municiones ubicada en Maracay, bajo la empresa estatal Cavim, dedicada a la producción de cartuchos para fusiles AK-103, incluyendo trazadores y cartuchos de fogueo calibre 7,62×39 mm.
Originalmente proyectado durante la presidencia de Hugo Chávez, el proyecto retoma ritmo gracias a la colaboración con la agencia rusa Rosoboronexport. La instalación cuenta con cuatro líneas de producción y una capacidad para fabricar hasta 70 millones de cartuchos al año.
La medida integra una estrategia más amplia de reforzamiento militar, en línea con el desarrollo de sistemas antimisiles y defensa estratégica anunciados por Maduro esta misma semana.
El lanzamiento de esta planta también refleja la alianza geopolítica con Rusia: recientemente Maduro y Vladimir Putin suscribieron nuevos acuerdos en defensa, mantenimiento de helicópteros y energía, profundizando los lazos entre ambos países.